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ExpoRenacientes, expone a la ciudadanía las situaciones vividas por la población infantil y juvenil en la ciudad de Quibdó. Es un encuentro que se propone desde la Casa de la Verdad de Quibdó, para reconocer la verdad del conflicto y avanzar hacia la convivencia y la no repetición.

ExpoRenacientes tiene tres momentos: Raíces del conflicto como escenario de esclarecimiento; Territorio- cuerpo en donde se exploran las formas de convivencia y Narrativas de futuro: escenarios de transformación social y no repetición.

Renacientes es el nombre que reciben las nuevas generaciones en los procesos de resistencia y defensa de los territorios del Pacífico colombiano. Es además, una forma de nombrar la creencia que tienen las comunidades, donde el alma de los ancestros renace en los nuevos miembros de las familias. Se van los mayores pero su esencia continúa, nos acompaña.

Renacientes es también, el nombre que lleva el proyecto de Verdad Poética con la Comisión de la Verdad, en el que, los jóvenes del Sistema de Responsabilidad Penal de Adolescentes de Quibdó "Juan Andrés Mosquera Asprilla" cuentan, a partir del arte, su verdad; y exponen y analizan las causas del conflicto en el territorio.

Registros de madera apilados

ExpoRenacientes tiene como punto de partida Renacientes, el proyecto de Verdad Poética de la Comisión de la Verdad que se llevó a cabo en el Centro de Atención Especial para Adolescentes "Juan Andrés Palacios Asprilla" cobijados por el Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes. Por este motivo, la primera itinerancia de la exposición se llevó a cabo en este centro. En esta visita pudimos socializar las piezas en las cuales los jóvenes participaron.

El punto de partida para este primer momento, es el reconocimiento de la verdad como esa larga historia de destierro que las comunidades étnicas han tenido que soportar. Una verdad que no se remonta sólo a los límites temporales del conflicto armado colombiano, sino que reconoce como éste, se ha alimentado de herencias coloniales y racistas que vienen de tiempo atrás.

Con esta intención haremos un recorrido por lo que hemos decidió llamar “las raíces del conflicto”. Exploramos aquí esos destierros múltiples y las formas contemporáneas de despojo y desplazamiento; su articulación con un proyecto de desarrollo basado en la explotación y el extractivismo. El modelo económico que se ha impuesto en el Pacífico, ha tenido como consecuencia una profunda afectación socioambiental, el saqueo y el desalojo de los pueblos de sus tradiciones, redes, cosmovisiones y territorios ancestrales.

El primer momento contiene una escena de reunión en el que se dispone una mesa rodeado de dos silla y una serie de trúntagos. Al lado hay una olla y al frente dos barricadas. Este primer momento evoca la comunidad, lo colectivo, la soberanía alimentaria, los cuidados y la forma como nos relacionamos con nuestro territorio. La olla, frente a las barricadas, también evoca a la olla comunitaria del estallidos social que marcó las luchas juveniles en 2021.

En este primer momento, también hace parte de la escena, una carreta que invita a la reflexión en torno a la transición del modo de vida campesino y rural, al modo de vida del rebusque y lo urbano. Es un homenaje a los vendedores y vendedoras informales de Quibdó; el reconocimiento a su carga y su memoria.

En este momento nos interesa adentrarnos en las complejas formas de convivencia que se han construido dentro del departamento y cómo esta ha reconfigurado nuestros cuerpos y nuestros territorios. En la guerra, el cuerpo es la expresión de un territorio más extenso que se invade y se profana. En una comunidad con miedo, en donde el territorio ha sido saqueado y violentado sistemáticamente, vemos que todo este miedo, todos los desmanes, la lógica de la colonización y expropiación, terminan materializándose en los cuerpos: cuerpos que se niegan, que se avergüenzan, que se instrumentalizan; cuerpos que se vuelven objeto de ejércitos del terror, trofeos de guerra, lienzos en los que se dibujan con el pincel del conflicto los mapas de la represión. Consideramos pertinente resaltar la dimensión del territorio-cuerpo como un campo real y simbólico donde el despojo de las comunidades étnicas también tiene lugar.

Esto se ve reflejado en las formas de disciplinamiento que los cuerpos de los jóvenes tienen que soportar en medio de las fronteras invisibles y los odios urbanos; en las formas de reclutamiento forzado que niños, niñas, adolescentes y jóvenes padecen. En las imposiciones de roles de género y su relación con la guerra y el horror, se construye el imaginario en torno a sus cuerpos, sus subjetividades y sus vidas, como "objetos" de menor valor. Todo esto alimenta el destierro que sienten los jóvenes en este territorio, la forma como asumen sus cuerpos y su cultura.

En este tercer momento nos interesa pensar en las narrativas que tiene la juventud sobre su futuro: la sensación de desesperanza que viven quienes se encuentran en medio del fuego cruzado, pero también las narrativas de resistencia gestadas desde el cuidado, el autoreconocimiento y el empoderamiento. Queremos reconocer la lucha social y las maneras como frente a las dificultades más inimaginables, la juventud sigue reclamando la posibilidad de desplegar sus alas, construir futuros de paz, alcanzar sus sueños e imaginar caminos para la no-repetición. Porque los cuerpos oprimidos, negados y tímidos, son también cuerpos que se revelan y resisten y en medio de sus heridas, arrebatan los pinceles y deciden dibujarse ellos, cincelarse, construir su propia historia desde expresiones como la danza, la música, el teatro, la medicina tradicional y las formas propias y ancestrales de saberse bello y expresarse con autenticidad.

La puesta en escena que se propone para el final de la exposición es una composición de sonidos y videos, además de una tarima para la acción artística. Esta serie de objetos se acompañan de bastidores con frases emblemáticas de las luchas sociales que hacen un llamado a la garantía de los derechos como principal camino para una paz estable y duradera.

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